Los caminos de la alimentación complementaria
Durante el primer año de vida de nuestros hijos se nos presentan muchos descubrimientos y retos, situaciones que afrontamos por primera vez y a veces nos producen mucho estrés. Probablemente uno de estos desafíos sea la introducción de la alimentación complementaria, producido tal vez por la gran variedad de planteamientos distintos que suelen ofrecer los pediatras sumado a todos los consejos no solicitados por parte de familia, amigos y hasta vecinos. Algo que en principio debería ser natural puede terminar convirtiéndose en un momento temido a diario.
Mi experiencia personal
Mi hijo mayor, que alcanzó la edad de introducir otros alimentos tomando lactancia artificial, aceptó de muy buen grado los alimentos ofrecidos, enseguida comenzó a comer trocitos y con un año y pocos meses tenía casi la alimentación de adulto. Aunque las indicaciones oficiales de la AEPED sostienen que la leche, incluso si no es materna, debe ser el alimento principal de un bebé hasta el año de edad, lo cierto es que la introducción de la alimentación complementaria tal como la presentan muchos pediatras hace que en la mayoría de los bebés alimentados con fórmula ésta pase a convertirse en un mero desayuno o si acaso postre mucho antes del año.
El pequeño, alimentado con lactancia materna en exclusiva hasta los seis meses, rechazó desde el principio cualquier tipo de alimento diferente al pecho ya fuera en trozos, en puré, casero de mamá, casero de la abuela e incluso industrial. El planteamiento con él era diferente porque para mi era fundamental mantener la lactancia y me preocupaba echarla a perder. Pero no me hizo falta priorizar la lactancia materna ofreciéndole el pecho antes de los demás alimentos porque hasta los 12 meses mamaba de forma muy frecuente y abundante tanto de día como de noche, de modo que mi estrés inicial se fue disipando con el paso de los meses.
Y a partir del año
A partir del año, y casi de un día para otro, sin que nosotros hayamos hecho nada diferente, ha empezado a mostrar más interés por la comida. Aunque está muy lejos de la alimentación que tenía su hermano mayor a su edad, poco a poco va comiendo de nuestra comida e incluso pidiéndola, directamente royendo trocitos con sus escasos cuatro dientes y rechazando cada vez más la comida triturada. Paralelamente ha empezado a mamar con menos frecuencia durante el día, aunque sigue manteniendo tres o cuatro largas tomas diarias, más todas las nocturnas (que siguen siendo frecuentes).
El título de este artículo se pregunta si existe un sólo camino para introducir la alimentación complementaria. En realidad, con cada niño hay un camino distinto: el que cada uno decide seguir. Más allá de las indicaciones que nos pueda dar el pediatra, mi experiencia me ha mostrado que cada niño sigue un ritmo y si sabemos dejar a un lado nuestros temores y escucharles más a ellos, la introducción no debería ser una fuente de problemas.
Publicado el 20 May, 2013