Con la llegada del otoño y el curso escolar es habitual en las familias volver a fijar horarios, rutinas, que permiten tanto al niño como a los adultos un orden en su día a día. Si para nosotros, los padres, es importante seguir estas rutinas, para nuestros hij@s es fundamental, especialmente en los primeros años.

Los niños necesitan seguir unos horarios fijos pues de esta manera aumenta su confianza y seguridad. Saber el orden para realizar las cosas, lo que viene después, les da tranquilidad. Repetir hábitos sencillos les ayuda en su equilibrio emocional y es la base –entre otras cosas- para un desarrollo sano.

Cuándo se adquieren ciertos hábitos

La adquisición de hábitos se lleva a cabo en los dos primeros años, lo cual no es difícil pues desde que nacen solemos establecer ciertos horarios relacionados con:

  • Higiene: un baño diario al final del día seguido de un masaje relajante proporciona al niño relajación al tiempo que compartimos ese momento del día con nuestro pequeñín.
  • Alimentación: fijar unos horarios relacionados con las comidas es importante pues determina otras actividades como las salidas, el ocio, el sueño.
  • Sueño: los niños necesitan dormir un número de horas, el descanso para ellos es vital. Acostarles siempre a la misma hora y con una rutina fijada contribuirá a un sueño placentero y reparador. A medida que se acerque la hora de irse a dormir es conveniente realizar actividades como leer u hojear un cuento, juegos más tranquilos. El momento previo de acostarse ha de ser agradable y relajado.

Cuando se hacen mayores

A medida que crecen incorporamos más rituales como pueden ser las salidas al parque, después el colegio o guardería, de este modo vamos conformando su pequeño universo. Y así los niños, desde corta edad, saben cómo será su día, qué actividades realizará. Tener esa certeza evita miedos e inseguridades.

No debemos ser inflexibles, las rutinas están para seguirlas pero sin obsesionarnos, sin mirar a todas horas el reloj. Se trata de que los niños aprendan a ser responsables con las actividades del día, pero con un cierto margen.

Con la llegada del fin de semana los horarios se relajan, pero no debemos olvidar que los niños necesitan continuar con unas pautas similares para que al iniciar la semana no arrastren cansancio. El variar horarios en pocos días puede suponer confusión, e incluso trastocar su estado de ánimo. No es raro que los niños sufran irritabilidad, se les altere el ritmo de sueño o incluso el apetito si variamos mucho sus rutinas de un día para otro.

Y vosotros, ¿tenéis rutinas prefijadas con vuestros hij@s?, ¿os son útiles?, ¡contadnos cómo es vuestro día a día!