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Mejores planes para disfrutar con niños en primavera

Cuando me dijeron que si podía escribir sobre «sitios donde ir con los pekes en primavera«, lo primero que me vino a la cabeza fue, «al colegio» y lo segundo «tú no sabes que me estás pidiendo«, (lo reconozco soy mi mejor público y seguidor), y una vez que volví a leerme el mail… por sexta vez… me puse a llorar.

Para los ansiosos voy a resumir esto, «somos muy setas, en mi casa» que digo setas, he visto champiñones con más velocidad punta que yo y con mucho más bagaje paisajístico. Pero no se asusten, que esto no quiere decir que no pueda escribir sobre ello; si soy capaz de escribir media cuartilla sobre la existencia de vida inteligente en el gobierno, seguro que algo encuentro que decir.

Entiendo que no es lo mismo que uno viva en una gran urbe (Madrid, Barcelona, Kazakhistán) que en medio de la estepa extremeña, y que conste que nada tengo en contra de Extremadura, de hecho, ahora que caigo, ni sé siquiera si tiene estepa. Ok, vamos a dejarlo en la sierra extremeña (¿de eso si hay no?).

En esta época de mi vida vivo en Madrid, aunque no soy oriundo de la jungla de asfalto, y uno lleva el Bierzo demasiado agarrado a las venas para conseguir ver la mayoría de las virtudes de las que presumen los foráneos (y eso que llevo viviendo aquí más que muchos de ellos). No obstante mi vida con hijos gira en torno a esta ciudad, y mi conocimiento sobre este tema se basa en las reacciones de los pequeños seres residentes en junglas de asfalto, tanto míos como de mis amistades. Lo que en este país se comúnmente llamamos “hablar de oídas” por tanto, voy a escribir esto desde la perspectiva de «sitios donde ir con los niños cuando vives rodeado de ladrillo y hormigón armado«, ya que entiendo que los que han conseguido nacer en libertad ya se buscan ellos solos dónde ir sin que nadie tenga que llevarles, o al menos eso era así cuando vestía pantalones cortos y me hacía ilusión gastarme mi primer sueldo en phoskitos.

Aprovechando las infraestructuras que nos brinda nuestra ciudad

  • Futbol: toda gran ciudad tiene al menos un estadio de futbol con su correspondiente inquilino, conocido como «equipo de futbol«.Pasar una tarde en un estadio de futbol a rebosar, lleno de lo más variopinto de la urbe y que afirman ser gente «de lo más normal» pero llevan bufandas en Julio, (y en Madrid, que aún si fuera en Pamplona tendría un pase) y su cara cambia de un sano color rosáceo al rojo amoratado según la dirección en la que se desplace el balón por el campo. Oye, pero normal, ¿eh?. En el que da lo mismo lo que hagan los jugadores pues lo van a hacer mal, según el que tienes a la derecha, y fatal, según el de la izquierda.  Que el de detrás vuestro afirme con rotundidad dónde ha estado el delantero la noche de antes mientras tu hijo espera a que le pongan la repetición de la jugada de hace 15 minutos que no pudo ver. Va a conseguir o bien que tu hijo lo flipe y te pida que le regales el carnet de socio o bien que le apunte a clases de golf (en Suecia).Consejo: si no quieres que todo el trabajo de intentar parecer un ser medianamente respetable a los ojos de tu hijo se vaya grada abajo con la primera decisión arbitral, vete mentalizado y con un termo de 2 litros de tila (te aconsejaría otra cosa, pero El Club no es mío y me gustaría que siguieran llamándome).
  • Teatro: una de las ventajas de las grandes ciudades es que la oferta de este tipo de eventos es muy amplia, la pega es que la misma idea que tú, avispado lector has tenido, la han tenido también el 60% del resto de padres en la ciudad y alrededores, así que o bien has reservado hace tres meses o vas a tener que tirar de plan B y con los niños ya se sabe que los planes B nunca son bien recibidos (pero mejor un plan B que 3 horas de cola, créeme).Existen diferentes representaciones en función de la edad de tus hijos, y aunque muchas veces pensemos que no les va a gustar, por la edad o por la duración, os puedo asegurar que os vais a sorprender. Y estoy seguro que muchos no vais a creer la capacidad de permanecer inmóvil que de golpe han desarrollado vuestros pequeños soles.En la misma línea podríamos incluir los espectáculos de marionetas, las de toda la vida, que aún hoy se siguen representando en algunos parques.
  • Parques de atracciones: esta opción depende básicamente de dos cosas: cómo te pille de lejos el recinto y el tamaño de tu cuenta corriente en proporción al número de hijos.A los que tenéis 4 o más, ¿os hacen la ola al entrar no?, ¿no os ponen a alguien que os acompañe todo el tiempo? Al fin y al cabo le acabáis de pagar el sueldo del mes. ¿Soy yo el único que entra con la sensación de haber pasado por la navaja de Curro Jiménez en estos sitios?Cuestiones económicas a parte, es un éxito asegurado. Otra cosa es lo que piensen tus taintantos años con eso de subirse al Splash-chump-Invaders con triple looping y frenado de150 a0 en15 centímetros. Ante eso, sólo puedo decirte… ¡suerte maestro!
  • El circo y otras bestias:«Había una vez…», si sabes cómo sigue la frase tengo malas noticias para ti, te va a hacer más ilusión ir al circo a ti que a tus hijos; es así, lo siento. El circo ya no es lo que era para la generación del wifi y lo táctil, incluso es peligroso llevar a los infantes a ver la jaula de los animales, no sea que les dé por hacer «doble click» en las narices del león para que salte o repita lo que le están gritando. «Papaaaaa esta aplicación no funcionaaaaa«. Bromas aparte, existen un montón de representaciones que merece la pena ver, fuera de lo que podíamos llamar el circo tradicional.
  • Naturaleza:Dícese del sitio o lugar donde los árboles crecen fuera de las aceras y adquieren tamaños superiores a los 2 metrosy no les crecen bicicletas o motos alrededor. El resto son chistes.
    Tenemos los grandes parques, bosques, lagunas, pantanos, ríos y demás zonas con una concentración de asfalto inferior al metro cuadrado por parcela, con una concentración de oxígeno similar a la que existía en el portal de tu casa hace 300 años,
    y con la de insectos que varía entre la excesiva y la insoportable.Ojo los 100% urbanitas con el exceso de oxígeno; cuidado al «mira mamá sin manos«, pues le suele seguir el «fira fafá fin fientes» y la visita a urgencias, que por cierto son lugares absolutamente desaconsejables para llevar a un menor (por mucho que estos se empeñen en visitarlas). Y atentos también a situaciones tipo «pues yo de pequeño me subía a árboles más altos, fíjate«. Uno debe sospechar que se encuentra ante un caso de sobredosis de oxígeno y clorofila. Pero si lo tomamos con calma y nos acompañamos de un buen libro sobre la flora autóctona de la zona (o le preguntamos a San Google) podemos pasar un rato muy agradable dejándonos llevar por la imaginación de los más pequeños y su infinita capacidad para hacer preguntas. Aparte de su gran capacidad para encontrar los animales más venenosos de la zona.
  • El pueblo: Para mí la opción por excelencia y ya si hablamos de pueblo con primos, abuelos o amigos foráneos ya es el sumun.
    Prepárate para disfrutar de esas siestas que duran hasta que te levantas al baño por segunda vez. De esas comidas que saben a comida de verdad, de sandías llenas de pepitas que no saben a pepino, o de tomates del tamaño de un paquete de pañales, de los gallos despertándote a salida del sol.. y a las 9 de la mañana, y a las 10 … y a las 12 … y
    ¡Ese p….gallo!, ¡que alguien haga callar al gallo!

Dos certeras perdigonadas después puedes seguir disfrutando de tu descanso y de un suculento arroz con “pollo”. Y si eres de los que «regresan al pueblo» seguro que te darás cuenta que es poner un pié en sus calles y dejarte en el coche 10 años,  recuperar un montón de experiencias que deseas compartir con tu hijo, los lugares secretos, el paseo por los campos o las huertas, los pozos donde tirarse de cabeza en el río y miles más, sólo interrumpidas por el «¿y aquí dónde se pilla el Wifi?» y por “¿dónde está mi maleta con los bakugans?”. Pero recuerda que estás en esos lugares dónde dejas a tus hijos el primer día y los recuperas 3 horas antes de irte.

Nota: ningún gallo ha sufrido daño alguno durante la redacción de este artículo, aunque de la siguiente no se libra. Ahora les dejo con la pelirroja que yo voy a ver si encuentro la receta de «pollo en pepitoria» que me dejé en alguna parte…»

También pueden visitar a unas grandes amigas que si que entienden de eso de “hacer cosas con niños”: Muak y Bienvenidos a liliput.

Por Historias de Papá Lobo

Publicado el 15 Mar, 2013

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