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Manifiesto de Padre Feliz, ¿eres uno de los nuestros?

Por Las Historias de Papá Lobo

Cuando me avisaron desde El Club que tenía que contar la claves para ser un padre feliz, estuve tentado de solucionarlo con algo del tipo: para ser un padre feliz basta con tener mala memoria, un poco de morro y ser uno más de tus hijos. Pero claro, a lo mejor no me iban a entender bien lo que quería decir. Así que voy a enrollarme un poco más.

Intentaré resumir lo que es para mí ser un padre feliz hoy en día y recalco esto último, porque mi padre era bastante feliz delegando en mi madre casi todo lo relativo a nosotros, pero me temo que en esta sociedad  eso no es lo más adecuado, ni lo que a mí me haría feliz.

Entonces, ¿qué es ser un padre feliz?, ¿hay algún método, camino o manual a seguir para poder decir que eres feliz?

Pues siento traer malas noticias, pero como todo lo relacionado con esos pequeños seres que corretean por casa, no hay un camino claro a seguir, sino que cada uno debe buscar e ir creando su propio camino.

Lo único que yo puedo hacer es contar lo que sería mi propio manifiesto para ser un padre feliz. Pero cójanlo tal como es, sólo un pequeño granito de arena en esta playa, un granito muy personal que espero sirva para que podamos sentirnos padres felices.
Ser un padre feliz es contagiarse en cada momento de la alegría que emana de tus hijos y contagia a los demás de ese maravilloso virus que te saca esa media sonrisa en medio de la oficina cuando recuerdas la última ocurrencia de alguno de tus hijos.

Es disfrutar de los pequeños detalles, de volver a ver lo bueno del mundo por encima de lo mediocre, de saber sacar el mejor partido a cada minuto del día. Para ser un adulto feliz hay que volver a ver la vida desde la perspectiva de tus hijos.

Para ser un padre feliz debemos dejar de disimular y ocultar nuestros sentimientos. Cuando un niño tiene un mal día, tiene un mal día, punto. Así de simple, así de claro. Si algo le gusta a un niño, no se anda con rodeos, lo pide y lo quiere ahora. No mañana, ni pasado; ahora y mañana y pasado. Debemos decir a los demás qué es lo que nos gusta y que es lo que no.
Ser un buen padre pasa por ser un buen compañero, un buen amigo, pero también un buen policía, maestro, cocinero, cantante, pirata y almohada.

Es quitarse de encima los estereotipos. Sacudirse al superhombre  que nos exigen ser y ser sólo aquel papá que nuestros hijos buscan (que por cierto ya es bastante).

Ser un padre feliz es no olvidar que no solo eres padre. Que debajo de todo ello hay un yo que alimentar, un yo que necesita del resto. Eres padre, pero también eres tú.

Dónde hay que calentar la silla es en casa, no en la oficina. Nuestra familia es la que más nos necesita y es en casa donde somos irremplazables.

Ser un padre feliz es olvidarse de lo mal que se han portado, del vaso que rompieron. Incluso de la mala noche que nos hicieron pasar. Es hacer como ellos, disfrutar del ahora y olvidarse de todo lo que pasó, porque eso ahora ya no está.
Para finalizar y resumiendo todo lo anterior. Para ser un padre feliz, lo más importante es ser de nuevo un niño feliz.

Sé que hay millones de formas mejores de expresar lo que significa ser un padre feliz. !uizás cada uno de vosotros tenga ya en mente lo que significa para él. Estas son sólo unos pequeños apuntes que me suelo repetir cuando el camino se tuerce y parece que mi mundo se ha vuelto cabeza abajo.

¿Qué te parece papá?, ¿eres uno de los nuestros?

 

Publicado el 24 Jun, 2014

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