Glosario

Abuelos: esos seres con superpoderes

Por Las Historias de papá Lobo

Abuelos: personajes con sobrada experiencia como padres que se pasan el día disfrutando al ver cómo te metes en todos los charcos que en su día te dijeron que no te metieras mientras reman en tu contra consintiendo a tus hijos todo aquello que te negaron cuando hacían de padres tuyos. Y, a pesar de ello, son un pilar básico en la sostenibilidad de la cordura mental en tu casa, así como sustento básico y primordial con la que está cayendo. «Quien tiene un amigo, tiene un tesoro» reza el dicho popular. ¡Mentira! ¡El que tiene unos abuelos al lado de la esquina es el que tiene un tesoro!

Como decía, tienen toda la experiencia que han ido acumulando a lo largo de sus vidas. No sólo en lo referente a la educación de los hijos; sino en otros muchos aspectos que les hacen ver las cosas de una forma muy diferente. A muchos ya no les preocupa el qué dirán del que tan pendientes estuvieron en su época y está claro que no tienen ningún miedo a equivocarse con sus nietos, al fin y al cabo para eso están ya sus padres. Ellos están para consentir, son la válvula de escape del día a día de nuestros hijos, el vaso de dilatación que hace que todo este mecanismo no salte por los aires.

Ellos harán lo que sea por sus nietos y sus nietos contarán la milonga que haga falta para estar más tiempo con sus abuelos porque dónde van a ser los amos y señores si no es en casa de los abuelos. Son cuentacuentos, cocineros, guardianes, babysiters, amigos, maestros, son el hombre orquesta de la familia.

Los hay que son capaces de prepararles su comida favorita 365 días al año. Y pensar que tú, de pequeño, te tirabas una semana suplicando por unas natillas de chocolate. Que sufrías para mantener la habitación en perfecto orden de revista casi una semana. Ahora tienes que ver cómo al mico le basta con insinuar que a él le encantan las ‘nayillas de chololate‘ para que su abuela pierda el culo en salir a buscarlas o que un buen día diga que las mejores croquetas son las de la abuela… Para que por arte de magia aparezcan dos bandejas del tamaño de una paellera a rebosar (y que se te ocurra tocarlas ¡Que son para el niño!).

Cuando vamos de visita a casa de mis padres y viendo cómo se comporta mi padre con los enanos, pienso: ¿quién te ha visto y quién te ve? La primera vez que mi padre empujó un carrito de paseo para algo más que no fuera quitarlo del medio fue con sus nietos.

Y me alegro por ello. Me alegro de que mis hijos puedan disfrutar de sus abuelos y que lo hagan a menudo. De hecho, si por ellos fuera se pasaban juntos el verano entero y ya, si eso, pasamos a visitarles de vez en cuando.

Hombres de paciencia infinita. Lo más similar a la capacidad de insistencia de un niño es la paciencia de un abuelo. Es lo único que aguanta las series de 300 porqués concatenados que son capaces de soltar los enanos a primera hora de la mañana. Sí, a esa hora justo en la que tú a lo máximo que aspiras es a dar pronto con el botón de encendido de la cafetera. Pues ellos ya están respondiendo o releyendo por sexta vez seguida los viajes de Gulliver. Aunque, por otro lado, tampoco me extraña que tengan tanta paciencia; pues para aguantarme a mi de pequeño mucha tuvieron que desarrollar y supongo que será como andar en bicicleta, ¿no?

Y tú les dices: «Tienen que comer verdura». Y llegas y te los encuentras comiendo…
– Mamá.
– ¿Sí?
– Te dije que les dieras verdura.
– Y eso he hecho.
– No, mamá. Esto es un chorizo a la sidra con dos trozos de alcachofa (contaos). Y el pequeño ya está negociando cuántos lacasitos le vas a dar por cada trozo de «lo verde» que se coma…
– A ti te obligamos a comer de todo y sólo eran peleas en las comidas.
No, si encima me tengo que callar. Menos mal que las alcahofas estaban de muerte.

Pero también tenemos la versión abuelo superhéroe, que son aquellos que ya están a la puerta de casa a las 7 de la mañana para llevar a sus nietos al colegio y los primeros en la puerta para recogerles (y más te vale que te apartes porque pasarán por encima tuyo con tal de que sus niños no esperen tres segundos más de lo necesario dentro de clase… y mejor que no llueva).

Las canciones.¡Ni iPod, ni Spotify, ni Youtube, ni gaitas! No hay mejor repertorio que las canciones que se saben los abuelos. Muchas te  suenan de pequeño, pero hay otras muchas que dices ¿De dónde han salido esas canciones? ¿Has estado estudiando? ¿Desde cuándo la cucaracha no podía caminar porque no se comía el melocotón? Huy, pues espera al lunes que tengo plátanos.

Los pueblos. Si un abuelo es una figura muy especial para tu hijo, un abuelo de pueblo es Supermán; el bakugan supremo de los abuelos. Lo que el diga va a misa y no se te ocurra llevarle la contraria. ¿Que te pasas todo el año detrás del nano para que se coma una rodaja de tomate? Pues llega al pueblo y los come directos de la mata. ¿Que te dicen en la guarde que en la visita a la granja-escuela ha estado muy parao? Pues a los dos días de estar con el abuelo se dedica a placar a toda gallina que se despista.

En definitiva. Que se cuentan por millones las familias que no conciben la vida, el día a día sin la singular, imprescindible, tierna, entregada, alegre, desinteresada y paciente ayuda de los abuelos.

Publicado el 12 Sep, 2013

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