Glosario

Trendy father vs old fashion father

Por Las historias de Papá Lobo

Vamos a comenzar este post con algunas aclaraciones iniciales en cuanto a trendy, father y demás términos que se emplearán a continuación:

  • Trendy: palabro usado para que algo que ha existido toda la vida, parezca que lo hemos inventado hace 10 minutos y “todo Cristo” hable de ello.
  • Uso: basta con colocarlo delante de la palabra que se quiera «remodernizar» teniendo en cuenta que esta tiene que anglosajonizarse  o lo que es lo mismo «traducirse al inglés medio –sí, ese que todos hablamos según pone en nuestro currículum–. Así tendríamos «trendy-baby» o «trendy-jolidais» (antes llamadas «irse al pueblo»), «trendy-work”, etc.

Trendy father

Así que siguiendo la línea nos encontramos con los «trendy-fathers», pero ¿qué es, y sobre todo, para qué sirve un TF? (si, lo de acortar vocablos también en muy “trendy»).

Pues no es otra cosa que un padre que se sabe de memoria el repertorio de canciones de los 50 DVDs de los Canta-Juegos, cada uno de los personajes que aparecen en las series de dibujos de los 15 canales infantiles; las tallas de ropa de sus hijos; las citas con el pediatra, las de la guardería, las del cole…;tiene el cuadrante de «horarios disponibles» de todos los miembros de la familia, amigos y vecinos; sale el primero del trabajo recoge a los niños y se los lleva al parque;  que lo mismo te prepara la merienda para 5, que es capaz de cambiar un pañal usando la guantera del coche. En definitiva… ¡¡¡Un ser mitológico!!! Porque no nos engañemos, hay madres que ni siquiera llegan a eso, así que no digamos de nosotros.

Pero ser un trendy-father es lo que toda madre sueña con tener a su lado (aunque algunas simplemente se conformen con que su pareja no estorbe demasiado) y es que en la memoria colectiva tenemos fijado como modelo de padre de toda la vida, u old-fashion-father pa los trendies, al nuestro cruzado con el de “mira quién habla” y “tres solteros y un biberón” que mezclado y agitado nos sale un “algo” entre Alfredo Landa y John English. Un padre tranquilo y sin mucho estrés, cuya responsabilidad con sus hijos se limitaba a trabajar para traer dinero a casa y mediar en aquellos conflictos en que la autoridad materna no era suficiente. Las visitas al pediatra, al colegio, a la zapatería, etc., eran “cosas” de tu madre, él no se encargaban de “esas” cosas. [La primera vez que mi padre cogió un carrito de bebé fue  con su nieto (y encima no hubo que pedírselo)].

¿Cuánta vergüenza nos habríamos ahorrado si hubiera sido nuestro padre el que fuera con nosotros al médico o a comprar ropa? Porque no me negarán que eso de ir al médico y que tu madre en vez de explicar los síntomas serios se dedicase a contarle tu vida con pelos y señales tenía delito, “¿de dónde sacan las madres que esa tos que no se termina de curar sea culpa de la leche  o que estés todo el  día con el hijo del frutero que nunca se pudo hacer vida de él o de las pocas verduras que comes?” Un trágame tierra es lo que eran esas visitas.

En cambio si ibas con tu padre la cosa era mucho más llevadera, el médico no tenía que preguntar demasiado y no nos engañemos, iba a servir de poco. ¿Qué es lo que le pasa al pequee? Pues que está enfermo. Ya, ¿síntomas a parte de mocos? (lo de los mocos era porque ya te los veía desde la sala de espera). Pues, tos. Muy bien, pues que se tome esto al menos una semana o hasta que se le pasen los mocos. “Gracias doctor. Buenas tardes”. Y se acabó, en 10 minutos estabas despachado y con todo tu orgullo de una pieza!

Ahora vas al médico con tu TF y la cosa es muy distinta. Éste le presenta al médico una gráfica con tu variación de temperatura de las últimas 72 horas, la densidad de orina y los antecedentes de fiebres tifoideas y sarampión de todo pariente tuyo hasta sexto nivel. Y sí, a lo mejor se pasa un poco de vergüenza cuando saca el móvil para grabar la conversación con el médico y que tu madre la oiga después, pero creedme que no es nada comparado con ir al médico con tu madre.

Y qué me dices de ir de compras con tu madre… ¿acaso podía haber mayor tortura? Pues sí, ir con las amigas de tu madre, que siempre se apuntaban a la fiesta, y que tenían que saber que esos pantalones te quedaban grandes y que no te habías puesto los calzoncillos que ella te dijo, pero es que además, también tenían que saberlo toooooodos los clientes de la tienda. Y “a ver date la vuelta que no me convence”, “¿no lo tienen más barato?”. “¡Tanto por unos vaqueros, si cuestan más que los trajes de tu padre!” “¿Te has fijado, nos cuesta medio sueldo vestirle y así lo agradece?”.

El día que mi madre me miraba demasiado los pantalones yo ya me pasaba el resto de la tarde temblando. Con tu padre era mucho más fácil y se resumía en: “¿qué quieres?, ¿cuánto cuesta?, ¿dónde se compra eso?, ¿seguro que es “esto” lo que quieres?, ¿cómo que hay que ir a otra tienda?” Simple y directo.

Ahora con un trendy-father la cosa se complica un poco, pues se pondrá en modo “padre colega” para decirte eso de “no, no pienso comprarte esos calzoncillos de Dolce & Gabbana”. ¿Por qué no? ¡Pues porque tienes 3 años! Aunque creo que esta camiseta de Metallica te queda mejor que la de la esponja esa amarilla. También como buen TF puedes aprovechar que sacas de paseo al pequeño (por pequeño me refiero a menos de 3 años) y le amplias el fondo de armario para compensar un poco la vestimenta ñoño-bebe-marinerito que cubre toda la gama de colores pastel, que tu Santa y familia le han ido comprando al peque y es que una de las ventajas que tiene el visitar tiendas es que te das cuenta que en el mundo de la vestimenta infantil hay más cosas que “nidos de abeja”, trajes de marinero y Bob Esponja.

Padres de antes

Pero una de las grandes diferencias con los padres de antes, es que si bien en aquellos tiempos la sociedad demandaba unos padres más centrados en el trabajo y en las “cosas de padres” (fuesen cuales fuesen), ahora la cosa está cambiando y para ser un buen padre ya no basta con ver a tu hijo varias horas al día, ir de compras con él, a las reuniones, al médico y al parque. No, no, no. Ahora tienes que estar al día de toda nueva tendencia, así como de las variaciones que hayan salido y de las ya existentes, sobre salud infantil y juvenil, primeros cuidados del bebé, alimentos macro, micro, pro, pre y post-bióticos, número de serie de las vacunas, posología, trastornos psiquiátricos, motrices y directrices, posibles influencias del medio en la relación psico-socio-mico-trico-cultural entre tu hijo, los neutrinos y el Bolsón de Higgs. Y no sólo eso. Sino que también hay que estar al día y conocer cosas como la posible influencia de la relación de pareja en vuestros vástagos, así como las posibles modificaciones psicosomáticas en su ADN producidas por los ruidos ambientales, el color de vuestra corbata o el color del microondas.

¿Y todo ello, para qué? Para criar a vuestros hijos. Exactamente igual que lo hacía vuestro padre sentado en el sofá leyendo el periódico, o intentándolo, mientras vosotros saltabais sobre él o cuando se reventaba la espalda cargado con la sombrilla no homologada para los rayos UV-325448/I que le habían regalado con el suplemento dominical, la silla, vuestros juguetes de plástico llenos de aristas cortantes, la bolsa de los tupper con los bocadillos y la sandía sin esterilizar que siempre terminaban llenos de arena y a la única que le importaba era a tu abuela.

Así que queridos hijos, espero que crezcáis sanos, fuertes y psicológicamente aptos según los cánones de algún instituto de Massachusetts, porque a este paso lo vais a necesitar para cuidar de vuestros hijos en el futuro, pues abuelos van a quedar pocos. Al menos sanos.

Publicado el 24 Abr, 2012

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