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La teoría de la relatividad maternal: 5+1 cosas que se vuelven relativas cuando nos convertimos en mamis

Einstein, un señor muy sabio, formuló hace muchos años la Teoría de la Relatividad (tranquilas, no voy a entrar en materia entre otras cosas porque no tengo ni idea), y a juzgar por sus pelos de majara y por el uso del concepto “Relativo” me atrevería a decir que en realidad este genio… era una madre camuflada. Sí, en la maternidad todo es relativo. TODO. Verás:

  1. EL TIEMPO

Vamos a analizar el concepto “minuto”: todas sabemos cuánto dura un minuto, ¿verdad? Bueno, todas lo sabemos hasta que nos convertimos en madres, y entonces esa pequeña fracción de tiempo se convierte en algo elástico que lo mismo nos parece un suspiro que una eternidad.

Un minuto a veces cunde mucho: te da para poner una lavadora, calentar algo en el micro, colocar la compra y hablar por teléfono con tus padres para ver si se pueden quedar el sábado por la tarde con el peque porque queréis echar un caliqueño limpiar y recoger bien la casa. Y eso sólo con un brazo, porque con el otro sostienes a tu hijo. Ídola.

Sesenta segundos, un instante, es lo que tarda un peque en sacar todos sus juguetes, la ropa de los armarios, deshacer la cama y hasta desmontarla (esas manitas pequeñas son más versátiles que una navaja suiza, leñe)… o mejor, pintarte un fresco en la pared del pasillo con un rotulador de esos permanentes (que no tienes ni idea de dónde leches lo ha sacado, claro).

Pero un minuto es también el tiempo que tienes para entrar en el baño y hacer lo que puedas pis antes de escuchar un “Mamaaaaaa” o notar cómo el pomo de la puerta empieza a girar inquietantemente. Qué corticos se hacen esos segundos, ¿verdad?

Ay. Si hay algo que caracteriza a la maternidad es que la concepción del tiempo que teníamos se va al carajo cambia: te parece que llevas toda la vida con tu hijo, pero al mismo tiempo no puedes creerte que YA vaya a cumplir X años. ¿Dónde está tu bebé? ¿Cómo ha pasado tan rápido todo y a la vez tan lento? ¿Dónde se han ido esas semanas, meses… y por qué me han cundido tan poco?

  1. EL ESPACIO

Puede que pensaras que ya tenías muchas cosas en casa, pero nada, NADA, es comparable a cuando vives con un retoñito. Los bebés son pequeños, ocupan poco, pero tienen más complementos que la Autocaravana de la Chabel (yes, es una referencia antigua total, pero es que era lo más). ¿Y por qué es relativo el espacio? Porque cuando crees que en tus armarios ya no cabe nada más va tu retoño y cambia de talla. Y entonces descubres que sí, que cabían otros cientos de euros en ropa infantil (y juguetes, muchos juguetes). Aprovecho para dar mi agradecimiento total al que inventó los tuppers esos gigantes que entran debajo de la cama, sin ellos ya me tendría que haber mudado al salón.

  1. LOS GUSTOS

Pronunciar la frase “Mi hijo de eso no come nunca” cuando estás de visita en casa de alguien y que tu retoño pida y se coma con todas las ganas of the world medio kilo/litro in your face, es todo uno. Misterios insondables. Spoiler: como al parecer ahora sí que le gusta, vas y lo compras para que lo coma (por fin) en casa. Pero entonces volverá a ser que no, y te lo terminarás zampando tú, con papas. Fenomenal.

  1. LA REALIDAD, LOS HECHOS

Hay un jarrón roto en el suelo, a su lado una pelota y un par de metros más allá, de pie, quietecico, está tu pequeño amor con cara de circunstancias. Pese a que todas las pruebas señalan a un claro culpable, recuerda que en la maternidad todo es relativo. Porque si preguntas qué ha pasado la respuesta será “Se ha roto”. Es decir, el jarrón ha decidido acabar con su propia existencia para ir a un lugar mejor (el Ikea celestial, donde todos conviven tranquilos y ordenados en un ambiente nórdico de paz y amor decorativo). Ahí quisiera yo ver a los de CSI pasándolas canutas para resolver “el crimen”.

  1. EL LENGUAJE

Cualquiera diría que la palabra “Ya” o “Rápido” son internacionalmente aceptadas, entendidas y aplicadas. Pues resulta que cuando eres madre “Ya” puede significar “ahora”, “en cinco minutos” o “dentro de una hora, tras una pataleta, siete enfurruñamientos, dos cambios de ropa debidos a manchas sorpresa de última hora y tras recoger los restos del jarrón que sorpresivamente se ha roto”. Si combinamos la relatividad del lenguaje con la del tiempo, ya es la monda lironda. Por eso tardamos lo que tardamos en salir de casa (aunque hayamos mandado un mensaje diciendo que en 5 minutos llegamos… porque, bueno, eso también es relativo, jijiji).

  1. EL SEXO

Uy, ¡esto sí que se ve afectado por la relatividad! Tras ser papis el sexo se puede volver relativamente escaso (comparado con antes, por ejemplo), relativamente rápido (hay que aprovechar los instantes disponibles, que son pocos), relativamente furtivo (¿nos pillará?), relativamente espontáneo (¿pero qué día es hoy?), y puede que (sobre todo al principio, tras la cuarentena) incluso sea relativamente satisfactorio. Pero lo que no es relativo es que mola, y mucho. Así que buscad el ratito, poneos algo de ropa molona (con que esté relativamente limpia vale) y daos besitos y achuchaos así con amor carnal… De verdad que se puede, aunque sea estando sólo relativamente despiertos. Remember: el sexo es como montar en bicicleta, nunca se olvida cómo se hace, aunque “montes” con sueño… muajaja.

MORALEJA:

Aceptémoslo, el tiempo es relativo, y el espacio y la paciencia y todo. TODO. Porque hay veces en las que crees que ya no puedes más y que vas a explotar, pero entonces tu retoño se planta ante ti para decirte que te quiere… y ya está. Ya nada importa; la relatividad se vuelve tu aliada y acabas relativizando “lo menos bueno de la maternidad”. Eso es ser madre, y es lo más de lo más, ¿verdad?

Mamen Jiménez

Lapsicomami

Publicado el 17 Nov, 2016

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