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Padres, peques y mindfulness: una combinación que funciona

Por Ana Saro, psicóloga en Bliss  Psicología

Las causas más comunes por las que los padres deciden traer a sus hijos a la consulta de un psicólogo suelen ser problemas académicos, falta de atención, impulsividad, ansiedad, problemas de conducta, incluso depresión. Y para todos ellos como parte de su tratamiento una de las técnicas que utilizo es el mindfulness debido a sus excelentes resultados en niños.

Seguro que habréis oído hablar de mindfulness para adultos (atención plena) y de sus beneficios en el control del estrés, la ansiedad, la mejora de la concentración, la atención y el control emocional. El mindfulness ayuda a centrarnos y nos enseña a vivir aquí y ahora. Consiste en prestar atención, momento a momento, a nuestros pensamientos, emociones, sensaciones y al entorno; aceptándolo sin juzgar.

Los niños también tienen su ración de ansiedad

Cuando esto sucede se muestran más irritables. Y ya siendo más mayores pueden verse superados por los problemas del cole o de casa. Pero ellos no saben identificar esas emociones, solo saben que se encuentran «como un volcán». Necesitan que les enseñemos a identificar qué les está pasando, aprender a calmarse, relajarse y centrarse.

Beneficios del mindfulness en los niños

Estos ejercicios de meditación/relajación les ayudan a:

  • Mejorar su autoconocimiento.
  • Regular sus emociones.
  • Aprender a relajarse.
  • Aumentar su capacidad de atención y concentración.
  • Optimizar sus habilidades para la solución de problemas.
  • Mejorar sus relaciones interpersonales.
  • Aumentar su empatía, compasión y comprensión de actitudes en los demás.
  • Optimizar su control en niños impulsivos.
  • Potenciar su memoria.
  • Aumentar su creatividad.

Y los beneficios son tan evidentes que muchos centros escolares lo están implementando en las aulas a través de programas específicos.

Durante el proceso de aprendizaje lo ideal es que la madre y el padre estén presentes. De esa manera se fortalece la relación entre los miembros de la familia. Se favorece así el desarrollo emocional e intelectual del peque, aportando técnicas a sus padres que facilitarán su trabajo educativo y la relación con el niño.

Desde cuándo puedo practicarlo con mis hijos

Pueden empezar a aprender ejercicios de respiración, de atención a las rutinas y de atención a las emociones desde los tres años. Y ejercicios un poco más elaborados desde los cinco años. Para ello utilizaremos juegos sencillos o actividades de la vida diaria. A estas edades aguantan unos cinco minutos seguidos como mucho, pero podemos hacerlos varias veces al día.

También es beneficioso para los bebés

Obviamente los bebés no pueden practicarlo pero sí pueden estar con nosotros cuando lo hacemos. Por ejemplo, podemos realizar ejercicios de respiración cuando les alimentamos, ya sea a pecho o con biberón. También mientras les dormimos siendo conscientes de los ruiditos que hace, de cómo respira. Ejercicios de sensaciones mientras les bañamos (el olor del champú, la temperatura del agua, las risas). La madre o el padre se encontrará mejor, será más optimista, vital y el bebé absorberá esas sensaciones, haciéndolas suyas.

En resumen, mamás, papás, peques y mindfulness, una combinación ganadora. Los niños que practican esta técnica de meditación-relajación mejoran a nivel académico, personal e intelectual. Y su práctica puede convertirse en un momento especial y único con los hijos. Los padres aprenderán estrategias que fortalecerán la relación con ellos y conseguirán una herramienta ante el estrés y la ansiedad. ¿Qué más se puede pedir?

Ana Saro

Bliss Espacio de Psicología

Publicado el 03 Oct, 2017

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